Tan infame como tu galopante sonrisa
voy pronto con la maleta revestida
no admito que tu amor sea intermitente.
Que los detalles causen sus memorias
de tus pecosas piernas educándome
de tus órbitas rosadas perturbándome
de tus dedos dentro de mí hasta el final.
Y que no me he confiado de las mujeres
me fié en lo masculino que escondían
bendito huracán que envolvía mi pudor.
Que me amparaba de tu equilibrio
de la cuerda floja, que se afloja
mientras tú te acaricias sobre mis libros
mientras tú te acaricias sobre mi ausencia.
Víctor Hugo Ávila Velázquez
* Rembrandt Harmenszoon van Rijn. The Prophetess Anna. 1631.