Vas entrando en el pórtico de lo obsoleto.
No hay poemas y mucho menos flores.
Todo se vuelve drama.
Ve escogiendo la madera de tu baúl.
Ese baúl que también será obsoleto.
Cecilia Ávila Velázquez.
*Bosco.
Vas entrando en el pórtico de lo obsoleto.
No hay poemas y mucho menos flores.
Todo se vuelve drama.
Ve escogiendo la madera de tu baúl.
Ese baúl que también será obsoleto.
Cecilia Ávila Velázquez.
*Bosco.
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.
*Walt Whitman (1819-1892) Nace en Nueva York, Estados Unidos de América. Poeta y ensayista.
**Ohara Koson, Blue Irises. 1915.
Llegué
Estabas tirada
El supuesto maquillaje te hacía irreconocible
Manchas negras de tus ojos a tu boca
Hablé fuerte
Pensé que dormías
Me acerqué
Veías un punto que no reconocí
No supe si me escuchaste
En tu puño se veía una fotografía arrugada
Detonante o apaciguamiento
No tenía idea
No existe comunicación entre un vivo y un ausente
Con los muertos la conexión aún existe.
Negué la idea de ser yo la causa de ese aislamiento, algo tan insignificante como mi ser.
Decidí irme.
Pablo Jara.
*Pintura de Serge Marshennikov.
Tan fácil y rápido olvidas
Deberías sentirte mal
Quien se enorgullece de ti pobre ignorante
Por las noches, al cerrar los ojos para dormir ni siquiera luchas contra tus pensamientos
Simplemente te solapas y te das palmaditas en la espalda
Sólo te reconocen las sombras, pero tú no sufres por ello, tan fácil y rápido olvidas.
Pablo Jara.
*Jusepe de Ribera. The Martyrdom of Saint Philip. 1638.
Estaba
la pizca de higo en tu labio.
Estaba
Jerusalén a nuestro alrededor.
Estaba
el aroma de los pinos albares
sobre el barco danés que bendecíamos.
Yo estaba en ti.
* Paul Celan (1920-1970) Nace en el Reino de Rumanía. Poeta.
**Gerrit van Honthorst – Smiling Girl, a Courtesan, Holding an Obscene Imagen. 1625.
Sí, claro; la prisa de un teclado es funcional, más no es su beneficio natural.
No pasará mucho tiempo, para caer en la torpeza, de cierta falta de destreza.
Víctor Hugo Ávila Velázquez
*Jan van Eyck. Heilige Barbara van Nicomedië. 1437
La necedad, el error, el pecado, la avaricia,
Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,
Y alimentamos nuestros amables remordimientos,
Como los mendigos nutren su miseria.
Nuestros pecados son obstinados, blandos nuestros arrepentimientos;
Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones,
Y entramos alegremente en el camino cenagoso,
Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.
Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto
Que mece largamente nuestro espíritu encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Es vaporizado por este sabio químico.
¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven!
A los objetos repugnantes les encontramos atractivos;
Cada día descendemos un paso hacia el Infierno,
Sin horror, a través de las tinieblas que hieden.
Como un libertino pobre que besa y muerde
el seno martirizado de una vieja ramera,
Robamos, al pasar, un placer clandestino
Que exprimimos bien fuerte como una naranja vieja.
Oprimido, hormigueante, como un millón de helmintos,
En nuestros cerebros bulle un pueblo de Demonios,
Y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
Desciende, río invisible, con sordas quejas.
Si la violación, el veneno, el puñal, el incendio,
Todavía no han bordado con sus placenteros diseños
El canevás banal de nuestros tristes destinos,
Es porque nuestra alma, ¡ah! no es bastante osada.
Pero, entre los chacales, las panteras, los perros de caza,
Los simios, los escorpiones, los gavilanes, las sierpes,
Los monstruos chillones, aullantes, gruñientes, rampantes
En las jaulas infames de nuestros vicios,
¡Hay uno más feo, más malo, más inmundo!
Si bien no produce grandes gestos, ni grandes gritos,
Haría complacido de la tierra un despojo
Y en un bostezo se tragaría el mundo:
¡Es el Tedio! — los ojos preñados de involuntario llanto,
Sueña con patíbulos mientras fuma su pipa,
Tú conoces, lector, este monstruo delicado,
—Hipócrita lector, —mi semejante, —¡mi hermano!
* Charles Baudelaire (1821-1867) Nace en Paris, Francia. Poeta.
** Simon Bening: self-portrait. 1558
Hay lo que hay, y es todo:
un hotel en Santa Ana, Uruguay,
con el Río de la Plata sin lodo -lo esencial
es que haya playa y árboles y plantas,
más pájaros que cantan-. Casi solas
miramos las olas que el viento sur levanta. Nada hay,
ningún quehacer salvo mirar, ver
y ponerle apellido a cada cosa, por no saber
cómo se llama: arbusto de jardín o pajarito
de pecho anaranjado. Y para leer, si caminamos
sólo están los nombres de las casas
-De enero a enero, Rincón soleado-,
la patente de un auto que pasa
y la caprichosa signatura
de alguna nube oscura que inventa un contraluz.
Eso, o en tu caso, entregarse a Proust,
flotar a la deriva en agua extraordinaria,
precaria y transitoria aunque segura
-la historia de la literatura-
y cruzarse a otra orilla desde ésta,
perfumada de eucaliptus y de gramilla verde
recién cortada, y hacerse vieja en otra parte
donde lo que se pierde acaba por ser
pura ganancia.
Mirta Rosenberg.
*Mirta Rosenberg (1951-2019) Nace en Rosario, Argentina. Poeta y traductora.
No muchos mueren
por una casa
en el desierto
o por un árbol seco.
No muchos mueren
por cenizas
que fueron fuego,
por el vino
de un rey destronado
o por los incendios
para celebrar
a un caudillo.
No muchos mueren
por otro,
cuando las semillas vuelan
y en la primavera
muerte y aves
ennegrecen cielos claros.
No,
no muchos.
Thomas Bernhard.
*Os Bebados. De José Malhoa.
¿Qué somos las personas? ¿máquinas-herramientas?
¿Entes luminosos?
Quizá solo somos
amarres musculares y nerviosos
¿Qué terrible injuria cometimos los humanos para vivir atormentados de razón y de sentido?
¿Qué somos los humanos? despojos antiguos cargados de temores y experiencias que transitan un presente entre la angustiosa condena de sentir o no sentir.
¿Qué somos los humanos?
¿Contenedores de dolores y tristezas enormes cúmulos de abandonos,
decisiones y certezas?
libros abiertos
repletos de códigos ancestrales
o apenas manchados por la tinta
de uno que otro fracaso personal
¿Deidades creadoras de conceptos, envalentonadas ideas, guías de un destino que probablemente es ajeno?
O simplemente sobrevalorados seres obedientes de rutinas muy marcadas.
Manipuladores de la información
manipuladores del placer
manipuladores del sufrimiento
prestidigitadores emocionales.
¿Qué somos los humanos?
La panacea de la vida y la existencia o una plaga incomoda que devora a quien se le aparece en frente.
Rodrigo Pérez.
* Jan Steen. 1650.